Por Sandra Valdés
A 5 años de la actual administración ¿cuáles son las estrategias para la conservación de La Primavera?, ¿qué sí ha funcionado? Y ¿cuáles siguen siendo las amenazas?
La estrategia del Ex Gobernador Aristóteles Sandoval fue bastante radical, en principio generó un convenio mediante el cual se pasaba la responsabilidad y gestión del bosque de un ámbito federal CONANP a un modelo estatal la OPD para el Bosque de la Primavera, dicho organismo cuenta con dos elementos sumamente innovadores y hasta el momento únicos en nuestro país en su Junta de Gobierno, donde se tienen dos comités uno ciudadano y uno científico. Dicha junta reúne 21 lugares, 2 son para cada uno de los comités. El que la ciudadanía y la academia estuvieran sentados en la junta de gobierno de un OPD en su momento representó un modelo que parecía caminar hacia la gobernanza, ahora después de 10 años, podemos decir que es poco o nulo lo que han logrado dichos comités y el OPD tiene en su haber los incendios de mayor impacto en la historia del bosque, poco ha hecho el mismo OPD, por generar un sistema de medición de impactos y seguimiento a sus estrategias.
Cuando entra el presente Gobernador Enrique Alfaro, a través de la SEMADET integra una estrategia que llamaron de -gestión del fuego-. Esta estrategia surge de la premisa en la que se considera que el fuego es beneficioso para el bosque, presentando un “Plan de Manejo del Fuego”. Dicha estrategia se basa en un planteamiento en el que los incendios son supuestamente beneficiosos para el bosque ya que de manera “natural” el bosque de vez en cuando se debe de quemar para controlar la hojarasca. Sin embargo, esta es una postura polémica ya que el bosque se podría incendiar de manera natural cada 100 años, no cada año, y es importante considerar la frecuencia y la intensidad de cada uno de los incendios. De 1998 a 2018 los grandes incendios se estaban registrando aproximadamente cada 7 años, en la actual administración hemos tenido un incendio de gran impacto por lo menos una vez cada año, salvo el 2020 que estuvimos encerrados por la pandemia.
Partiendo de la inquietud sobre cómo se configuran los polígonos de los incendios en los últimos 5 años, hicimos el video que comparto. Allí podemos observar los polígonos de los incendios sin desaparecer, a manera de sumatoria. Los polígonos parecen irse ensamblando en casi la totalidad de la superficie del bosque. ¿Esto cómo afecta?
Es importante considerar que cada uno de los incendios tiene diferente nivel de impacto y dependiendo del estado de salud de cada una de las zonas incendiadas es que el bosque tiene la oportunidad de recuperarse más o menos rápido. Lo preocupante de este aparente -plan de incendios- son principalmente dos cosas: Generar estrategias de regeneración de cada una de las zonas afectadas y un programa de conservación de la fauna, ya que por el movimiento de las zonas incendiadas nos podemos imaginar el impacto que generan en el desplazamiento de fauna.
La actual administración ha desaprovechado importantes oportunidades para generar estrategias de prevención. Hasta el momento hemos sido testigos de estrategias reactivas y ahora, después de 5 años ya podemos empezar a sacar conclusiones y podemos decir con seguridad que la mejor estrategia ha sido la del año 2020, cuando estuvimos encerrados, ya que es el único año en el que el bosque no se ha incendiado. El resto de los años, el bosque ha sufrido incendios que impactan gravemente en su ecosistema y en la salud de todos nosotros.
¿Cuáles serían los pasos para seguir? Primero que nada, aceptar que la estrategia reactiva y su “Plan de Manejo del Fuego” no ha tenido los resultados esperados. Partiendo de allí generar una estrategia de prevención del fuego y conservación del bosque desde dos frentes: el exterior y el interior. ´
La mayor parte de los incendios han iniciado al exterior del polígono, esto quiere decir que la mayor parte de las presiones al bosque vienen de las actividades vinculadas a las zonas urbanizadas. Para esto es importantísimo regular las actividades en la zona externa al bosque. Regulación de las quemas agrícolas y del uso de materiales de alta radiación de calor en las construcciones aledañas al bosque y materiales de fácil inflamación como el plástico con el que se están cubriendo grandes extensiones de territorio por los invernaderos, la presión inmobiliaria que generan los desarrollos habitacionales y de parques industriales.
Conectar el bosque con otros ecosistemas mediante la declaratoria de áreas protegidas en los corredores biológicos del bosque.
Al interior del polígono es menos complejo de lo que podríamos pensar, hasta hace poco se pensaba que era importante generar un plan de manejo del bosque en el que se pudieran describir diversidad de actividades por zonas, incluidas actividades recreativas y de ocio. Es importante considerar el impacto que estas actividades han generado a lo largo de los años, no han sido medidos hasta el día de hoy y los resultados los podemos respirar cada vez que hay un incendio. Dadas las circunstancias, podemos reconocer la falta de capacidad en la vigilancia y regulación de las actividades que actualmente se desarrollan en el bosque, autorizadas y no autorizadas, así como el estado de presiones del ecosistema.
Si en este momento se publicara un plan de manejo para el mismo, las únicas actividades deberían ser: La conservación y restauración del ecosistema, la generación de conocimiento y la educación ambiental.
La realidad es que estamos ante un ecosistema frágil y vulnerable, que ha sufrido un fuerte impacto de actividades con nula regulación a lo largo de los años y muchos incendios. Por esta razón es que tiene sentido reducir la diversidad de actividades autorizadas al interior para que sea más fácil regularlas y en este sentido las actividades debe priorizar la conservación.
Hasta el momento hemos pensado el ecosistema como un espacio de aprovechamiento. Es momento de invertir los valores y priorizar la conservación. Propongo que, así como en los últimos 5 años se priorizó la estrategia de “manejo del fuego” y tener acciones reactivas ante los incendios, en los próximos 5 años dejemos descansar al bosque, tengamos una estrategia fuerte, contundente y seria de conservación… Y en 5 años evaluamos cuál funcionó mejor.
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